visitas

Friday, October 5, 2007

La prueba definitiva

Son las 6:30 de la mañana y antes de acostarme para mañana tener que soportar un día más, quiero hacer un breve resumen del día hoy.

He dormido unas 10 o 11 horas. Eran las 13:00 y he ido directo en búsqueda de dosis de placer, zampándome una caja casi entera de chips ahoy, cereales con chocolate, leche y café. Mientras devoraba los cereales, he hojeado la contra de la Vanguardia que entrevistaban a una chica que escribía libros dirigidos a mujeres rechazadas de la sociedad por el mero hecho de ser feas. La pobre había sido violada y había ejercido de prostituta.

Enseguida me he llenado y me he negado a comer con la ama de casa y mi hermana sobre las 14:00. Me he dedicado a tocar un poco el piano, a improvisar un poco sobre las tonalidades básicas que estoy aprendiendo poniendo en evidencia mi carencia de creatividad auditiva. Supongo que me irá saliendo poco a poco.

Luego he ido a buscar el coche al taller, que había dejado para reparar la ventana rota. De vuelta casa, después de pasar un momento por el RACC para cerrar un pequeño asunto de la transacción de mi antiguo coche, me he puesto a copiar las distorsiones del libro ya que creía interesante poderlos compartir con todos vosotros.

A un cierto punto, me han empezado a invadir pensamientos muy destructivos y he optado por estirarme en el sofá e intentar dormir. Al ver cómo estaba, mi hermana me ha propuesto de ir a un concierto pero me he negado en rotunda. Más tarde ha llegado mi madre y me ha dicho que si me apetecía ir al cine pero de nuevo, no quería ni escucharla. Ha empezado a leer el blog y sin comprender mi postura hacia la vida, ha empezado a sermonearme con sus percepciones de la vida mientras intentaba dormir y no pensar en nada.

Al final me han convencido para ir a cenar a un japonés, el Eden, de Barcelona. Allí me esperaban mi padre con dos de sus hermanas y su hermano. Me he convencido de ir porqué de mis tíos siempre se saca algo interesante y mi madre me había dicho que querían hablar de las posibilidades de mudarme a casa de alguno de ellos. Todos viven en la ciudad.

La calidad de los platos bastante justita pero tampoco es el peor japonés en el que estado. He pedido de primero tempura de verduras y langostinos, unos tallarines udon para picar y un mixto de sushi. Han sido muy lentos, teniendo encima la mala pata de que, después de que todos ya habiamos terminado el segundo plato, han traido finalmente el de mi padre. Incapaz de tragarse su orgullo, ha rechazo el plato cuando en realidad estaba deseando comérselo porque él, como yo, no soporta pasar ambre.

En la cena no ha surgido ninguna novedad importante. Todos han intentado aconsejarme a su manera pero continúo ejerciendo de frontón. Me quedo únicamente con las palabras de mi tío. A los 18 años sufrió un aparatoso accidente que le invalidó al 50% el brazo derecho. El era un gran deportista y era consciente que ya nunca más iba a poder rendir cómo antes. Aún así, nunca se sintió derrotado y miró siempre hacia delante. Además me ha aconsejado que no pierda el tiempo pensando en mí. Que la vida está repleta de cosas interesantes que merecen mucha más atención que tu propio ego.

De camino al restaurante, había recibido una inesperada llamada de mi amigo “mejicano” preguntándome por lo que haría por la noche. Sabía requetebién que, una vez terminada la cena, mis padres me dejarían el coche si optaba por quedarme a salir a tomar algo. Si no hubiese sido porqué mi madre estrenaba coche nuevo y tenía una minuciosa ilusión para probar que tal era, hubiera vuelto a casa. A regañadientes, mi madre ha cedido, algo del todo inviable si no estuviera enfermo.

Con “mejicano” y sus amigos de la farándula más acentuada de Barcelona, hemos al privé del Up&Down. Al principio bastante aburrido, había poca gente y no tenía ninguna bella dama con la que distraerme observándola a excepción de las camareras. Pero estas iban y venían todo el rato y no había tiempo material para establecer algún tipo de conexión con la mirada. Muy pausadamente el local iba llenándose a medida que trascurrían los minutos.

Una vez lleno, había un sin fin de chicas guapas con las que me hubiese gustado pegar un “buen polvo”. Por desgracia, no soy capaz de entablar más de dos frases seguidas sin hablar de mi enfermedad. Todo me da igual y me cuesta mucho inventarme temas de conversación haciendo ver que me interesa. Además, me es imposible ir más allá de pensar que estoy hablando con una chica con una cara atractiva y un buen par de pechos, sin importarme lo que vaya a pensar, reaccionar, interpretar o suscitar de mí.

De repente, cuando estaba pidiendo fuego para encenderme mi enésimo cigarrillo “antiaburrimiento”, Mejicano me agarró bruscamente del brazo y me colocó justo enfrente de alguien muy especial que acababa de llegar.

Era ella, mi prueba definitiva, mi amor platónico desde que empecé la universidad, mi deseo y trofeo más ansiado que nunca había logrado conseguir, la mujer con la sonrisa más hermosa del planeta tierra. Cuando la vi, me entraron unas ganas horribles de suicidarme. No sentí absolutamente nada, no me temblaba el pulso cómo de costumbre, me era indiferente, no me importaba lo más mínimo, tuve que fingir que me alegraba de verla con una pésima sonrisa. Dios mío, ¡Estaba actuando! Ni siquiera el amor de mi vida había sido capaz de hacerme sentir vivo. Estoy TAN mal, que ya nada mi importa.

Ahora pensareis, “bueno, si no te importa nada y todo te da igual, ¿porqué no te la llevaste y probaste de besarla?” y ahora yo os respondo, “Es cierto, todo me da igual, no siento nada, nada me da placer, no entiendo nada de la vida y no se que hago aún despierto. Seguramente no me importaría estar muerto, pero, ¿realmente creéis que voy a pasar por alto tantos momentos de sufrimiento e intenso sentimiento hacia una persona?

Si me tengo que morir, antes irá conmigo a la tumba todo lo ha llegado a pasar por mi cabeza. Es por eso que estoy redactando una extensa carta con todos lo acontecimientos que vivido en los que ella es la protagonista y voy a quedar la semana que viene para dársela. Considero injusto que una persona no tenga derecho a saber todo lo que otra persona a llegado a sufrir por ella. No estoy diciendo que la quiero hacer responsable de nada, ella no tiene la culpa de que yo haya acabado dónde estoy ahora. Tan sólo quiero que se de cuenta de lo que realmente pasaba por mi cabeza en aquellos momentos que hemos coincidido. Quizás se me pasa por la cabeza adjuntar la carta algún día de estos. Aún no esta terminada, espero hacerlo entre hoy y mañana.

BUENAS NOCHES, ¿UN DÍA MÁS O UN DÍA MENOS?

1 comment:

Vânia said...

Me encanta como te expresas...
Veo que estás bastante deprimido, pero veo increible que reaccionees con tanta indeferencia, es preocupante. Porque no te inscribes en clases de algo que te guste, que te relaje?

Hace cuanto tiempo llevas así?