visitas

Friday, October 5, 2007

La afición por el Frontón

Lunes también fue un día bastante nefasto. No hice nada más que ir al gimnasio y a la piscina por la tarde. Estuve todo el día anclado en el ordenador viendo pasar las horas y de vez en cuando tumbándome en el sofá.

Decidí no ir a mi terapia convencido de que no me iba a servir para nada con el consiguiente cabreo monumental de mis padres, quienes se habían citado para las 19:30.

Por la tarde, tuve un amago al intentar ponerme con el libro que me estoy leyendo ahora (“Sentirse Bien, una nueva terapia contra la depresión”). El libro ya empieza a aburrirme y desinteresarme a medida que voy avanzando. Esta repleto de ejercicios de auto ayuda, de elaborar tablas, horarios, etc. Pero en ningún lado te enseña a cómo sentir y eso es la vertiente de mí que más me preocupa.

No pretendo sentirme bien conmigo mismo adoptando actitudes o realizando diferentes cosas. Yo quiero tener razones para seguir viviendo, necesito aprender a sobrevivir. Quiero sentir emociones por los demás, sentirme vivo. No siento el calor de las otras personas, me siento totalmente inmune a mi alrededor. Tanto es así, que últimamente me planteo muy enserio en la posibilidad de practicar un deporte más salvaje, tipo boxeo. Hiriéndome, puede que quizás empiece a sentir algo de verdad.

Cené en casa con mis padres y, como era de esperar, acaparé toda la atención. De hecho, la acaparó siempre pero era más evidente aún si apenas hacía 2 horas habían charlado con mi terapeuta. Después de tantas cenas conmigo, mis padres se han acabado aficionando a jugar al frontón. Reboto ante cualquier comentario y soy infranqueable.