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Thursday, September 27, 2007

Concierto "The Police"

¿Recordáis el regalo que “Mejicano” me hizo ayer mientras comíamos? Era una entrada para el concierto de ¡The Police!, que ayer actuaron cómo concierto único para toda España. Más de 55.000 personas acudieron a la cita.

El resto del día fue bastante soso. Me desperté a eso de las 12:00. Desayuno y me he puse a tocar el piano porqué a las 16 tenía clase y no quería dar una mala imagen frente al profesor. De hecho, en la clase me felicitó por el progreso que había realizado. Eso me ha dado un aire de esperanza ya que me hace pensar que no soy inútil. En realidad, nunca pensé que soy un incompetente. Más bien, es la falta de motivación absoluta, la manera que tengo de actuar y percibir las cosas que me provocan un malestar exagerado y continuo.

Una de las conclusiones que ha extraído mi terapeuta sobre mi personalidad es que soy una persona muy radical con mis ideas y maneras de pensar. Pues bien, no quiero ser menos para definir la experiencia vivida en el concierto de “The Police”.

No tenía ningunas ganas de ir al concierto. Ya sabéis que todo lo que signifique levantarse de la cama, son auto obligaciones que me impongo ya que lo único que conseguiré quedándome estirado sin mover un dedo (¡me falta uno!) es agravar mi pensamiento y sumergirme en un infierno aún más doloroso.

Aún siendo consciente que mi obsesión con el perfeccionismo es una de las razones principales de mi enfermedad, mi distorsión cognitiva del pensamiento todo o nada sigue estando presente. Para el concierto preparé unas hoja con las letras de las canciones más populares (“Every Breath you take, So lonely, Roxanne, etc.) para mi amigo y algunas copias extras por si venía alguien más. También me hubiese gustado colgar alguna foto del evento pero pequé de ingenuo y me llevé la cámara con la batería totalmente descargada.

Estás fueron mis percepciones del concierto:

- Impresionante en el momento que apagaron las luces y ver el reflejo de miles de cámaras y móviles en la tarima.

- No me hubiese gustado estar en el medio pero era bonito ver miles de palmas sincronizadas al mismo tiempo en la tarima.

- Clasifico los asistentes del concierto en tres tipos:

1. Los de viejas generaciones disfrutando y emocionándose recordando viejos tiempos de su adolescencia.

2. Los veinte añeros amantes del clásico y auténtico rock.

3. Los adolescentes falsos. Son los que van porque saben por lo que han oído que es rock de calidad y se quieren creer buenos músicos cuando realmente disfrutan más con la mierda comercial que echan en las discotecas y en la mayoría de emisoras de Radio (Aquí me incluyo yo).

4. Los que les importa tres cuartos lo que esté sucediendo y tan solo asisten con el propósito de poder fardar de que estuvieron en la cita.

Con casi 60 años, los tres aún siguen conservando su inigualable talento y facilidad para conseguir una mezcla de reggae, soul y rock en casi todas sus canciones. Sting tiene una voz inconmensurable y no aflojó ni un solo momento en las casi dos horas que duro el concierto. Copeland, el batería, parecía cómo si se hubiese bebido un barril de red bull antes de actuar e incluso se divirtió con algún juguetito extra que trajo consigo. Padovani, el guitarrista, fue el que quizás tuvo una actuación más discreta. Eso explica que no soy un gran admirador de la guitarra

De todos modos, el concierto me pareció algo aburrido. El público me daba la razón porqué, a excepción de los pocos fans auténticos, apenas se movía excepto cuando entonaban las canciones más populares. La gran excepción era yo, que a pesar de grandes esfuerzos, seguía inmerso en mi asquerosa depresión. Eso si, disimulaba cómo el que más, sin estar ni un solo momento quieto y tatareando todas las canciones.

Acostumbrado al sonido digital y la música electrónica, el piano y el órgano, el rock clásico se me hace un poco soso. Creo que el concierto de ayer hubiese ganado mucho con un buen órgano.

Estacioné el coche en una calle cerca de la plaza España. Al llegar, me encontré el cristal de una de las puertas de atrás echo pedazos. En mis buenos tiempos, me hubiese vuelto istérico, cagandome en todo y pensando en lo que me iba a costar arreglarlo y justificar el precio a mi padre. Sin embargo, me fue del todo inderente y hasta incluso se me escapo alguna carcajada. Parecía una obra de arte, lástima que tenía la cámara descargada (quedó parecido a lo que aparece a la foto). Seguidamente, me descalcé y le dí un par de golpecitos para determinar el estado real. Al más mínimo contacto, se caía todo así que agarré el zapato y comencé a golpearlo hasta cargármelo todo para evitar males mayores de camino a casa.

Desde aquí quiero agradecer a mi amigo “mejicano”. Es una de las personas que más se esta preocupando por mí estos dolorosos tiempos y cada semana me propone de hacer cosas para evitar que me quede encerrado en casa. Ayer en el concierto, él estaba en un estado de éxtasis de felicidad. Acompañado de su nueva novia, muy simpática por cierto, junto con su inseparable hermano y sintiéndose orgulloso de conseguir movilizar a un depresivo. Estaba muy contento por él y me alegraba ver cómo gozaba del momento, eso si, acompañado de un litrito de cerveza.


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